Reciclando una vida entera
La condición de vulnerabilidad de los adultos mayores recicladores es muy elevada. La tarea de los gobiernos locales y el nacional es lograr incorporar a esta población en los programas existentes actualmente, mejorando tanto el monto de la protección como la cobertura. Además, los ciudadanos podemos contribuir de varias maneras. El reciclador es una persona que trabaja buscando su sustento diario, como cualquiera de nosotros, solamente que su ambiente de trabajo es diferente.

Si reuniéramos todos los residuos sólidos que la señora Carmen Lazo, de 72 años, ha reciclado durante toda su vida, probablemente podríamos llenar una ciudad completa. Ella impidió, con su trabajo, que toneladas de material sólido fueran a parar a un relleno sanitario o a los ríos. Su labor, como la de todos los recicladores, es mucho más importante de lo que un ciudadano común puede imaginarse. Sin embargo, el digno oficio del reciclaje es uno al que no se le otorga el valor que merece, pues quienes se dedican a esta actividad son víctimas, en muchas ocasiones, de la estigmatización y el rechazo. Algunos de ellos, como Carmen, se dedicaron al reciclaje durante más de 40 años y, actualmente, en la última etapa de su vida, se encuentran en condiciones de alta vulnerabilidad y desprotección. Según la verificación del Censo de recicladores realizada en 2015 por el Departamento Administrativo de Planeación Municipal de la Alcaldía de Cali, en convenio con la Universidad Icesi, existen en la ciudad 679 adultos mayores recicladores; el 8% de ellos han tenido que retirarse de la actividad por su edad y condiciones físicas.
¿Cuáles son las características de estos adultos mayores?
El 45% de los censados tiene más de 64 años de edad; el 81% de ellos vive en estrato 1 y el 15% en estrato 2. La tasa de analfabetismo es muy alta en este grupo de población: 3 de cada 10 adultos mayores no sabe leer ni escribir; y de los 7 de cada 10 que son alfabetos, el 60% no terminó ni siquiera la primaria. Lo anterior cierra el abanico de otras actividades laborales a las que se podrían dedicar en vez de la pesada labor del reciclaje; además, este hecho los hace estar expuestos a engaños, pues los podrían timar y no pagarles lo justo por el material que recuperan.
Por otro lado, el 64% vive en una casa, pero sólo 4 de cada 10 son dueños de ella. Esto es importante porque el alquiler se convierte en una pesada carga para aquellos adultos mayores que son los únicos proveedores de ingreso del hogar. Otros datos preocupantes en cuanto a la vivienda de los adultos mayores, es que el 15% de ellos vive en un cuarto o habitación, un 8.8% en un inquilinato y un 4% en un cambuche. Las condiciones de este último tipo de vivienda se caracterizan generalmente porque el material predominante de los pisos es de tierra y las paredes son de otros materiales mucho menos resistentes que el ladrillo. Además, no gozan o se les dificulta el acceso a servicios básicos, como el alcantarillado o el acueducto.
Alrededor del 60% vive en compañía de sus hijos (el 89% de los adultos mayores tuvo hijos; 4 en promedio). Además, se estima que, en promedio, la mitad de las personas que viven con los adultos mayores podrían ser, por su edad, potenciales generadoras de ingreso para el hogar; sin embargo, solamente una tercera parte de ellos efectivamente contribuye. Es decir, en muchos casos, la generación de ingresos recae exclusivamente sobre el adulto mayor. De hecho, los adultos mayores reportaron que de su labor dependen en promedio 2 personas.
¿Por qué es tan preocupante que los miembros del hogar sigan dependiendo de los adultos mayores recicladores?
Por diferentes motivos. Por un lado, la presión que recae sobre ellos puede manifestarse a través del estrés excesivo; un dato que podría estar relacionado con este hecho es que, según los resultados del censo, los recicladores no gozaron de buena salud mental (principalmente por depresión o ansiedad) durante 25 días en promedio en el último mes antes de la encuesta. Por otro lado, los adultos mayores recicladores no tienen pensión y en caso de seguir trabajando (92% de estos adultos mayores siguen dedicándose a la actividad del reciclaje) deberían estar guardando parte de sus ingresos para su vejez. Además, dadas las condiciones extenuantes y los múltiples riesgos a los que se enfrentan en su labor, deberían poder dedicarse a otra actividad que tenga una menor carga física.
Los recicladores se exponen a múltiples riesgos como infecciones y cortes cuando revisan la basura, porque no utilizan implementos de protección: 5 de cada 10 no utiliza guantes; 7 de cada 10 no utiliza tapabocas; 2 de cada 10 no emplea botas; 8 de cada 10 no se pone un gorro; y 9 de cada 10 no utiliza gafas. También sufren un desgate físico mayor dado que, a su edad, se les dificulta recuperar el material en la vía pública y transportarlo empleando una carreta o un costal.
Los riesgos pueden ser incluso mayores si se tiene en cuenta que el 27% de ellos, aunque tiene carné de SISBÉN, no ha realizado el trámite para afiliarse a una EPS, y el 7% no cuenta con ningún servicio médico. De los 189 individuos que sólo tienen carné, 59 tiene algún tipo de discapacidad y el 50% afirma que su estado de salud es regular, porcentaje similar al de aquellos que no están afiliados a ningún servicio de salud.
Ninguno de los 679 adultos mayores censados recibe una pensión; el carácter informal del oficio del reciclaje anula cualquier posibilidad de ahorro pensional durante la vida laboral activa. Esta es la razón por la que ellos deben trabajar hasta el último día de su vida o hasta que su salud se los permita. Un posible alivio a esta situación puede ser el programa Colombia Mayor, que ofrece un subsidio económico dirigido a los adultos mayores en condiciones de vulnerabilidad, que no cuentan con una pensión o viven en la extrema pobreza; sin embargo, además del bajo monto que se les ofrece ($150.000 pesos bimensuales), la cobertura es aún muy baja. Solamente es beneficiario de Colombia Mayor el 27% de los recicladores que podrían pertenecer al programa.
Para concluir, la condición de vulnerabilidad de los adultos mayores recicladores es muy elevada, tal como las cifras expuestas lo revelan. La tarea de los gobiernos locales y el nacional es lograr incorporar a esta población en los programas existentes actualmente, mejorando tanto el monto de la protección como la cobertura. Además, los ciudadanos en general podemos contribuir de varias maneras: primero, aumentar nuestros hábitos de reciclaje; separar en la fuente es fundamental para facilitar el trabajo de los recicladores y reducir el riesgo de accidentes. Segundo, un cambio en la actitud hacia los recicladores es importante: ser reciclador no es sinónimo de loco o de ladrón, como algunos en ocasiones lo piensan; el reciclador es una persona que trabaja buscando su sustento diario, como cualquiera de nosotros, solamente que su ambiente de trabajo es diferente.