El desmantelamiento de Obamacare o Ley del Cuidado de Salud a Bajo Precio en los Estados Unidos.
Paradójicamente, aunque Trump y los republicanos han atacado la ley de manera frontal, su base política incluye importantes segmentos de trabajadores blancos que necesitan y usan Obamacare. Asimismo, resulta contradictorio que hay personas que rechazan a “Obamacare” pero no la “Ley del Cuidado de Salud a Bajo Precio; ¡la misma cosa! Así, la oposición a la ley es principalmente partidista.
La llamada “Affordable Care Act” del gobierno federal de los Estados Unidos, aprobada en el 2010, o Ley del Cuidado de Salud a Bajo Precio, y también conocida como “Obamacare”, es una de las medidas mas emblemáticas del ex-presidente de los EEUU, Barack Obama. Sin embargo, ésta ley está pasando por un proceso de desmantelamiento; “Repeal and replace” (derogar y reemplazar) ha sido el lema de la oposición republicana en relación con dicha ley. Ahora, con mayorías parlamentarias republicanas en Senado y Cámara de Representantes, y un ejecutivo republicano, el flamante Donald Trump, el fin de Obamacare y el legado del ex-Presidente genera varios interrogantes; principalmente, ¿qué reemplazará a Obamacare? No sabemos. Igualmente sabemos poco sobre qué quedará de la ley una vez sea revocada. Como el resto de las políticas públicas de la nueva era de Trump, la incertidumbre reina.
¿Por qué “Obamacare”?
Obamacare fue aprobada por el Congreso de los Estados Unidos y firmada por el ejecutivo en el 2010. La principal meta de la ley es proveerle al público norteamericano la posibilidad de obtener seguro o cobertura médica por medio de tres estrategias: a) subsidios para personas con salarios familiares entre 100-400% de la línea de pobreza; b) la expansión del programa de Medicaid (para personas de bajos recursos) para que cubra a todas las personas que estén bajo el 138% de la línea de pobreza; y c) medidas para bajar los costos de los servicios médicos en general. La ley también incluyó derechos para los ciudadanos. Entre estos están los derechos a los jóvenes menores de 26 años para permanecer afiliados al seguro médico de sus padres y restringirle el derecho a las compañías aseguradoras para negar cobertura a personas con condiciones de salud pre-existentes.
La ley era necesaria porque a diferencia de la mayoría de los países ricos del mundo, los Estados Unidos no tiene un sistema de servicios de salud público, libre de costo. Distinto al derecho internacional, en el que la salud se considera un derecho humano positivo, los EEUU tiene otra manera de entender la salud. La mayoría de los norteamericanos reciben cobertura médica por medio de planes de salud pagados por sus empleadores, como parte de sus remuneraciones.
Sin embargo, los planes de salud grupales de empleadores han disminuido debido a la espantosa reducción en la negociación colectiva (de una cobertura de jure de aproximadamente un 30% en el sector privado en los años 50, hoy asciende a un mero 6%), y al incremento de trabajos mal remunerados que pagan salario mínimo, que proveen horarios irregulares, conocidos como “contingentes” o empleo “no-estándar” (non-standard employment). Según la prestigiosa Kaisier Family Foundation, antes de ser aprobada la ley existían 47 millones de norteamericanos sin cobertura médica en los EEUU, o un 18% de la población. Desde que se aprobó la ley, seis años después, el número se ha reducido significativamente a menos del 9%. Es por esta razón que publicaciones reconocidas como el New York Times recalcan que Obamacare ha sido exitosa para cubrir una amplia gama de personas que antes no tenían manera de acudir a un médico.
¿Por qué “derogar y reemplazar” la ley Obamacare si ha sido exitosa?
Desde sus inicios, los republicanos se han opuesto a Obamacare. Las razones para su oposición son posiblemente complicadas, pero claramente ideológicas. El partido republicano actual tiene mayoritariamente la tendencia a la aplicación de políticas de corte neoliberal, aun luego del triunfo populista de Trump. Los republicanos generalmente desprecian al Estado como garante social. Particularmente, argumentan que el programa ha incrementado, no disminuido, el precio de los servicios de salud y las primas de seguros. Según informes del imparcial “think-tank” Brookings, existe una controversia entre economistas sobre si Obamacare ha incrementado los costos de las primas, lo que hace difícil resolver este dilema fuera de convicciones ideológicas.
Paradójicamente, aunque Trump y los republicanos han atacado la ley de manera frontal, su base política incluye importantes segmentos de trabajadores blancos que necesitan y usan Obamacare. Asimismo, resulta más contradictorio que según sondeos hechos en el 2013 por FOX News y CNBC, dos de las cadenas de noticias más importantes de los EEUU, hay personas que rechazan a “Obamacare” pero no la “Ley del Cuidado de Salud a Bajo Precio; ¡la misma cosa! Quizás lo que hace falta es educar a la población. Así, la oposición a la ley es principalmente partidista.
¿Qué pasa si se revoca la ley Obamacare?
Independientemente de la discusión o de las diferencias partidistas de si Obamacare encarece o abarata los seguros médicos, la revocación de la ley será un duro golpe para quienes se beneficiaban de la ley. Según un reciente artículo del Washington Post, citando un informe de la Oficina de Presupuesto del Congreso de los EEUU (una entidad no partidista que trabaja para el Congreso norteamericano), al menos 18 millones de personas perderían el seguro de salud en el primer año; el número de personas sin asegurar crecería a 32 millones de personas dentro de la primera década de la derogación; y las primas de seguro médico para las personas que compran cobertura individual no perteneciente a un grupo se duplicarían dentro de una década.
¿Reemplazo? ¿Qué? ¿Cuál? ¿Cómo?
Donald Trump ha subrayado que él no revocará a Obamacare sin más, sino que “derogaría y reemplazaría” la ley simultáneamente por otra. Como dijo Trump, en su usual manera desconcertante, en una conferencia de prensa el 11 de enero:
“[Obamacare] será derogada y sustituida. Será esencialmente, simultáneamente. Serán varios segmentos,
usted entiende, pero probablemente será el mismo día o la misma semana, pero probablemente el mismo día,
podría ser a la misma hora”.
Desafortunadamente, aun cuando Trump promete el reemplazo simultaneo, no existe un plan concreto que reemplace a Obamacare. Cámara y Senado ya han aprobado medidas presupuestarias que le permiten al Congreso eliminar partes importantes del programa sin necesidad de un debate formal sobre la ley. El proceso presupuestario de la legislatura elimina la posibilidad de que los senadores demócratas puedan usar su poder filibustero para entorpecer la revocación de la ley. Este poder es la potestad que tienen los senadores para hablar por tiempo ilimitado en el Senado durante los debates y de esa manera posponer indefinidamente el voto de cualquier medida.
Según un editorial del New York Times del 22 de enero de 2017, lo que se vislumbra, mirando las propuestas hechas en el pasado por los republicanos, son recortes puntuales pero mortales al programa; una muerte de la medida por “mil tajos”. Como dice el reconocido diario, la administración republicana recortaría:
“[…] la expansión de Medicaid que ha ayudado recientemente a más de 10.7 millones
de personas. [….] También reduciría dráticamente los subsidios que han ayudado a 11.5 millones
de personas a comprar seguros privados en los intercambios federales y estatales de salud. Las
personas que compran seguro individualmente obtendrian entre US $ 1,200 y US $ 3,000 al año en
subsidios, por debajo de un promedio de US $ 4,600 que reciben ahora. El proyecto de ley incluso
eliminaría el requisito que permite a los jóvenes a permanecer en la póliza de seguro de sus
padres hasta la edad de 26 años, una disposición que es muy popular. Y perjudicaría a las personas
que obtienen un seguro a través de sus empleadores estableciendo un tope en cuánto al gasto que las
empresas pueden reclamar como una deducción de sus impuestos. Los expertos dicen que con el tiempo
esto alentaría a las empresas a dejar de ofrecer beneficios de salud a los trabajadores”.
La profesora Allison K. Hoffman de la Facultad de Derecho de la Universidad de California en Los Ángeles, en una reciente columna en RegBlog, destaca que el plan republicano incluirá recortes, justificados con la idea de que si los ciudadanos pagan más por sus seguros médicos, estos serán menos propensos a abusar de los servicios médicos (ya que sus primas incrementarían si abusan de los servicios médicos). La profesora argumenta que esta visión neoliberal es errada; en lo único que repercutiría es que las personas dejarían de ir al médico aunque necesiten de ello. Otro asunto que es bien interesante en este debate es que no existe evidencia alguna que los beneficiarios de Obamacare están abusando de sus nuevos derechos.
Otros cambios que se perfilan: (1) el 23 de enero de 2017 el New York Times informó que el gobierno federal eliminaría la expansión de Medicaid hecha por Obamacare; la reemplazaría por un programa de “block grants,” en donde los 50 Estados recibirían unos dineros para sufragar los costos médicos de la población en o cerca de la línea de pobreza (no se sabe cuánto ni los criterios para asignar los fondos). Según Kellyanne Conway, asistente de la Casa Blanca, esto acercaría más a los beneficiados al programa y eliminaría niveles de burocracia. (2) También el 23 de enero la prensa informó que el Presidente Trump firmó una orden ejecutiva para liberar a las personas sobrecargadas en gastos por Obamacare. Sin embargo, como la orden ejecutiva no contiene todos los detalles y no puede de ninguna manera ir en contra de una ley expresa del Congreso, no se sabe en qué puede repercutir dicha orden.
Enfermos sin remedios y ante la oscuridad.
En síntesis, podemos esperar como mínimo recortes a los programas ya existentes sin debate ni análisis, o un reemplazo inexistente o precario. La salud de los norteamericanos empeorará, sobre todo de los que no tienen ningún tipo de cobertura, que son millones de personas. Es por esta razón que el gobernador John Kasich, republicano conservador de Ohio, en donde residen por lo menos 700.000 personas beneficiadas por Obamacare, declaró al periódico USA Today que:
“Digamos que se deshicieron de [Obamacare], no lo reemplazaron con nada [....] ¿qué sucede
con los tratamientos con medicamentos? ¿qué sucede con el asesoramiento sobre salud mental?
¿qué le sucede a estas personas que tienen colesterol muy alto y son víctimas de ataques cardíacos?
¿qué les sucede?”
Como también reportó el diario USA Today, Kasich defendió firmemente la expansión de Medicaid, arraigándose en su fe cristiana y el impacto que tuvo la ley para sacar la población más vulnerable de Ohio de las “tinieblas.” Y Kasich no está sólo; según el sitio de noticias web Politico, hay otros gobernadores republicanos que no apoyan el desmantelamiento sin más; y entre ellos se incluyen Charlie Baker de Massachusetts, Rick Snyderof de Michigan, Asa Hutchinson de Arkansas, y Brian Sandoval de Nevada. El pasado 18 de enero, el Chicago Tribune también informó que el gobernador republicano de Illinois, Bruce Rauner, se opone a la revocación de Obamacare sin reemplazo.
Quizás habrá un reemplazo de Obamacare. Después de todo, en su primer mensaje a la nación, Trump le prometió a su base de trabajadores “olvidados” (para algunos se refiere principalmente a los trabajadores blancos) que “nunca se volverán a ignorar.” Pero sus acciones y la de sus parlamentarios dicen otra cosa. De esta manera, volvemos a la oscuridad. No queda claro el futuro de Obamacare y la salud de millones de norteamericanos. Estamos con los pies frente al borde, sin luz que nos muestre qué tan hondo es el precipicio.